viernes, 15 de noviembre de 2013

Cosas complicadas de hacer cuando estás gordo (I)

A una persona que no haya estado gorda en su vida, al menos a los niveles a los que yo he llegado, le puede costar comprender la cantidad de sencillos actos cotidianos que se convierten en un martirio cuanto tu barriga asoma más de la cuenta. Pequeñas cosas que cualquiera puede realizar, pero que se convierten en un auténtico martirio cuando estás gordo. Vamos con alguna de ellas:

Ponerse los calcetines y atarse los zapatos
Es un acto que realizamos a diario, sobre todo en los meses de más frío, que no requiere mayor esfuerzo para una persona de complexión normal, pero cuando tus mollas te limitan el movimiento, se convierten en un auténtico suplicio. Existen artilugios que te pueden ayudar en esas tareas, pero como a cabezota a uno no le gana nadie, al final se convierte en el primer ejercicio de la mañana. Y ya ni te cuento la aventura de cortarse las uñas...

Orinar en un urinario de pared
Esto puede llegar a sorprender a más de uno, pero cuando el cuerpo alcanza las cotas que alcanzó el mío, lo primero que te encuentras al bajarte la bragueta no es a tu amiga del alma, sino tu incipiente barriga cervecera. Intentar sacar tu objetivo detrás de tanta grasa acumulada es tarea de titanes, por lo que terminas recurriendo al water convencional, a la taza de toda la vida, y así poder bajarte los pantalones hasta los tobillos y orinar a gusto. Obviamente, esto se podría hacer en un urinario de pared, pero no es demasiado agradable para el resto de usuarios que pululan por un servicio de caballeros de un bar cualquiera.

Meterse en un coche
El simple movimiento de agachar tu cuerpo a la vez que una de tus piernas inicia un movimiento lateral y tu cabeza busca no dejarte los cuernos contra la carrocería de un coche, para un gordo se convierte en un complicado ejercicio de contorsionismo. Una vez posicionado en el asiento, los tirones musculares estaban en mi caso a la orden del día. Ponerte el cinturón de seguridad es también toda una odisea... Por supuesto, salir del coche era otro suplicio.

Sentarse en una terraza
La gran mayoría de las sillas que los bares ponen en sus veladores no están hechas para culos gordos, sobre todo esas incómodas metálicas con publicidad. Cada vez que se daba el caso, tenía que sentarme al límite de la silla, con medio culo fuera de la misma. Afortunadamente, ese problema es ya casi inexistente en mi caso.

Sentarse en un transporte público
Los asientos de los autobuses urbanos implican para un gordo apoyar tres cuartas partes de su culo en un asiento y el resto en el de al lado, con la consiguiente incomodidad para el osado que se siente junto a ti. Una vez trató de sentarse a mi lado en el hueco que quedaba una señora gorda. Casi nos tienen que sacar con palancas. Desde entonces, voy de pie a no ser que vaya medio vacio.

Continuará...



2 comentarios:

  1. Me he imaginado la escena del autobús con la pobre señora, vaya escena XD
    Ánimo con tu plan y enhorabuena por el blog, que es muy entretenido.

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    1. Muchísimas gracias Inés. Me alegra mucho que te guste. Seguiremos con él hasta el final, deseando que éste sea feliz ;)

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