lunes, 24 de febrero de 2014

Pádel!

Semana 22
Peso: 132,2 kg.

Recuerdo perfectamente que, unos días antes de comenzar este proceso de adelgazamiento, comenté con mis amigos que una de las cosas que primero quería hacer cuando perdiera peso era jugar al pádel. El boom del juego me pilló ya entrado en carnes, y como ávido aficionado a todo aquel juego que consista en golpear una pelota con una pala o raqueta, me quedé fuera de juego.

Pero menos de cinco meses después, por fin puedo decirlo bien alto: ¡¡Ya juego al pádel!! El viernes pasado, por fin, uno de mis mayores anhelos pre-dieta se cumplió. Fueron poco más de 50 minutos los que disfruté intentando sobre todo cogerle las distancias a la pista y a la pala, ya que era la primera vez que tenía una en las manos. Y claro, es más grande que una de ping pong y más pequeña que una raqueta de tenis, por lo que pareció por momentos que los agujeros de la susodicha eran infinitamente más grandes de lo que son en realidad. Pero eso fue lo de menos. Lo más importante es que disfruté como un niño con zapatos nuevos, y si bien es verdad que mi movilidad, sobre todo lateral, todavía dista muchísimo de lo necesario para jugar bien, estoy convencido de que poco a poco lo lograré.

Lo más importante es que aguanté bastante bien en el aspecto físico durante la primera media hora, para ir progresivamente clavándome más y más en la pista, algo lógico después de al menos 10 años sin practicar un deporte colectivo. Se que poco a poco voy a ir ganando en agilidad, y que mis piernas, una vez no tengan que soportar tal burrada de kilos, irán mucho más livianas. No hay que olvidar que, aunque haya perdido más de 40 kilos, los ciento treintaypocos que me quedan no son moco de pavo.

Quiero dar las gracias una vez más a mis compis de partido y a pesar de ello amigos Jorge, María y Loreto, que se prestaron a que pudiera cumplir este pequeño sueño, el primero de unos cuantos que tengo en mi lista de "cosas que hacer cuando no esté gordo". Hacía mucho que no me sentía tan feliz.

Y, al día siguiente, con las agujetas correspondientes, caminata de 16 kilómetros al pantano de La Grajera, con otro buen puñado de buenos amigos, Leticia, Natalia y Juan...y es que me siento muy muy afortunado de estar rodeado de gente tan estupenda.

Por lo demás, esta semana han sido 1,100 kg. los que me he quitado, algo menos de lo habitual, pero total y absolutamente normal después de 22 semanas de régimen. Si mantuviera este ritmo, en julio pesaría alrededor de 110 kilos, por lo que me daría con un cantito en los piños.

lunes, 17 de febrero de 2014

Alcanzando la normalidad

Semana 21
Peso: 133,3 kg.

Después de todo este tiempo transcurrido, las sensaciones que tengo en estos momentos es que estoy llegando a un punto de normalidad que no había imaginado. Me explico: los primeros meses, tenía la dieta metida en la cabeza, todo lo que ingería lo hacía pensando en si debía o no, salir a andar por las mañanas era una obligación, autoimpuesta, eso sí, pero una obligación al fin y al cabo. Pero de un tiempo a esta parte me tomo las cosas de otra manera. La dieta está ya completamente integrada en mi vida, una vez he comprobado que se puede vivir sin excesos, y que muchas veces bastan una serie de pequeñas rutinas que no conllevan demasiado esfuerzo para sentirse bien con uno mismo, y lo que es más importante, perder peso a la vez.

Antes me saltaba la dieta a hurtadillas, sin decir nada a mi médico, y lo hacía en medio de un sentimiento de culpabilidad en ocasiones asfixiante. Y eran pequeñas chorradas, como tomarte una caña el día no señalado o comerte un poco de jamón a deshoras. Mi temor a que todo ello se viera reflejado en la báscula era terrible, y eso me impedía disfrutar de mis pequeños devaneos. Ahora todo eso ha cambiado. Sigo la dieta marcada de la manera más extricta posible, o mejor dicho, de la mejor manera que puedo. Pero si un día toca ir a la calle Laurel a comerse unos pinchos, voy y los disfruto como el primero, sin comeduras de tarro, aunque inconscientemente al día siguiente me meta un par de kilómetros más andando entre pecho y espalda, hecho del que mis amigos más avispados ya se han percatado.

Salir a caminar ya no es una obligación, es algo que deseo hacer, y esta semana, si nada se tuerce, empezaré a jugar al pádel, deporte que eclosionó cuando ya mi peso no era compatible con el mismo, y que estoy deseando probar desde entonces.

Respecto a mi peso actual, he perdido algo más de 3 kilos en las dos últimas semanas, y ya sin ropa (el peso que publico en cada entrada es el oficial de la farmacia) empiezo a vislumbrar el ciento veinti..., un nuevo cambio de decena a la vista, lo que hace que no me despegue de esa sonrisa que véis en la foto. Sigo encontrándome con gente sorprendida que hacía tiempo no veía, y que no se pueden creer el cambio. Creo que hasta la cabeza me está encogiendo, ya que al menos tres personas habituales en los últimos días me han preguntado si me he cortado el pelo...y no lo he hecho! Casi me da miedo pasar esta semana por la peluquería y ver el impacto de un corte de pelo real...


lunes, 3 de febrero de 2014

40 kilos

Semana 19
Peso: 136,4 kg.

40 kilos. Se dice pronto. Hace ya cuatro meses largos que empecé con la dieta, y ni en mis mejores sueños podía imaginar que, a estas alturas de la película, mi volumen se hubiera reducido prácticamente una cuarta parte. En todo este tiempo me he dado cuenta de muchas cosas. En primer lugar, que tengo una fuerza de voluntad que hasta ahora desconocía. Los que me conocéis personalmente sabéis que siempre he sido un huevón, incapaz de tomar iniciativas, incapaz de cuidarme aún a sabiendas de que lo que estaba en juego era mi salud. Huidizo de los médicos, de los medicamentos, de todo lo que huela a hospital, tuve, como siempre pasa en esta vida, un desencadenante, una luz de alarma que se encendió en mi maltrecho cuerpo que me hizo reaccionar.

Me he dado cuenta, además, que no podía caer en mejores manos. Ya se que soy muy pesado con el tema, pero cada vez que puedo no pierdo la oportunidad de agradecer a mi médico favorita, Rita, y a mi enfermera favorita, Rocío. Me están llevando como la seda, mimándome hasta el infinito, comprendiendo mis debilidades, animándome en el proceso, sugiriéndome hábitos saludables, y, lo mejor de todo, echando unas risas siempre que podemos. Seguro que en alguna ocasión las carcajadas han traspasado la puerta de la consulta y alguno que otro se ha quedado atónito, verdad Rocío? ;)

Pero sobre todo me he dado cuenta de que tengo unos amigos fantásticos. No os voy a citar, por miedo a olvidarme de alguien, ya sabéis quiénes sois. El apoyo que he conseguido tanto en el evento como cuando pintamos ha sido y es sencillamente excepcional. Me siento querido, arropado, aconsejado, animado...incluso, o mejor dicho, sobre todo cuando alguno (o alguna) se convierte en Pepito Grillo y me pone los puntos sobre las íes...no hay mayor demostración de cariño. Las flores están muy bien, pero un toque a tiempo lo está mucho mejor. Este camino lo estoy recorriendo con vosotros, y no puedo sentirme mejor acompañado. Os quiero mucho.