domingo, 24 de noviembre de 2013

Comprobando mis avances en la báscula

Semana 4
Peso: 161,5 kg.

Cuando llevas mucho tiempo sin pasar por la báscula, es terrible la sensación de incertidumbre que te entra ante el resultado que vayas a obtener. Pero lo es mucho más cuando estás haciendo régimen y te pesas una semana después. Todas las dudas del mundo asaltan tu cabeza antes de poner el pie en el peso...¿y si ahora va y no he perdido nada? ¿y si he engordado?. Es una inseguridad que va innata en mi forma de ser. Afortunadamente, mis dudas se disiparon cuando vi de reojo la nueva cifra: había perdido dos kilos y medio!!

El subidón fue brutal, la euforia se apoderó de mi ser. Vale que era obvio que estaba adelgazando, a las fotos y al espejo me remito, así como a las medidas de contorno que sí que realicé desde el primer momento, pero no es hasta cuando ves el resultado de la báscula cuando realmente te das cuenta de lo que estás consiguiendo. No pude por menos que decirlo en voz alta en medio de la farmacia, la cual afortunadamente en ese momento se encontraba sin público, y pocos segundos después estaba presumiendo de ello en el Facebook.


Esa semana tuve además otra buena noticia procedente de mi amiga Rita, mi médico favorita (estoy de un poeta últimamente que no veas). Por fin, tras 25 días sin probar una sola gota de alcohol, me daba un día de fiesta y podía tomarme por fin un par de cervezas! Me hizo tanta ilusión que hasta le saqué una foto a la primera de ellas. Se que este comentario puede sonar a alcohólico redomado, pero va mucho más allá. Para mí significó un primer paso de vuelta a la vida normal, por unas horas no tuve que machacarme la cabeza pensando en que todos mis amigos disfrutaban de una ceveza mientras yo sostenía un soso e insípido botellín de agua. Fue como si las aguas comenzaran a volver a su cauce, y además, una prueba de fuego, porque, pasada la fiesta, al día siguiente debería volver a la rutina de la dieta, como así hice sin sobresalto alguno.

Las cosas marchaban viento en popa. Tras casi un mes a dieta, seguía sin desfallecer, sin fallar ni un solo día a mi paseo matutino, que cada vez se hacía un poquito más extenso. Mi ropa empezaba a sobrarme por todas partes, a mi cinturón ya no le quedaban agujeros...sabía que estaba en el buen camino.

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