lunes, 15 de octubre de 2018

Capítulo 3. Piloto automático

Al igual que en los aviones, una de las partes más difíciles cuando uno hace régimen es despegar. Desconozco si hay un estudio al respecto, pero estoy convencido que el 95% de las dietas que se empiezan y se abandonan sucede en los tres primeros días.

Poco a poco tu cuerpo se va acostumbrando a la nueva situación, además, en cuanto empiezas a ver resultados positivos, tu autoestima sube, y con ella la fuerza de voluntad. De repente te das cuenta de que no era un esfuerzo tan grande, compruebas que más que un régimen es un estilo de vida saludable, en el que están desterradas las visitas al frigo, ya sea para picar o para tomarte una cerveza. Pero sabes que el sacrificio, que no es tanto, merecerá la pena. Es en ese momento en el que entras en la situación de piloto automático, en el que ya no miras la hoja del régimen para ver qué comer, ya sabes perfectamente lo que toca. Y no hace falta atiborrarse de fruta y verdura, sino que hay que comer de (casi) todo, pero con sentido común, respetando las cinco tomas diarias para no pasar hambre a lo largo del día.

Puedes caer en la tentación, lo cual me ha sucedido a mí y le sucede a mucha gente, del a ver qué pasa sí..., tentando a la suerte saltándote el régimen en forma de paella dominguera regada con una copa de vino, o tomándote tres en vez de dos cervezas el día de asueto. Obviamente se nota, quizás haya sido el caso mío esta semana, que han sucedido ambas cosas. He perdido 1,600 kg. cuando lo normal hubiera sido entre 2 y 2,500. Pero que me quiten lo bailao. Que la vida son tres días y uno llueve.

Por otro lado entro en la peligrosa frontera del hastío, en esta ocasión no me están cambiando la dieta cada una-dos semanas, y se puede caer en el aburrimiento. Espero que eso no suceda. Al fin y al cabo, mirando en global ya he llegado a la casilla 9 del tablero, ya he doblado la esquina, y aunque no voy de oca a oca, ya queda menos para la 63.

La ropa ya me queda grande, a veces demasiado, pero la siguiente que tengo en el armario todavía entra apretá, así que habrá que sufrir un par de semanas hasta que pueda, además de estar menos gordo, parecerlo. Pero de la ropa ya hablaremos otro día.

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