viernes, 2 de noviembre de 2018

Capítulo 4. Milestone

El término inglés milestone se puede traducir al castellano como hito, logro, pero en el deporte estadounidense, tan aficionados ellos a las estadísticas, lo aplican cuando un determinado jugador alcanza un número redondo en alguna de sus especialidades: 10.000 puntos, 500 rebotes...

La semana pasada tuve mi milestone particular, al sobrepasar la primera decena de kilos perdidos. La verdad es que lo pienso fríamente y es la leche que tenga como "unidad de medida" la decena de kilos, lo que a más de uno puede causar rechazo, debido a lo que les puede costar perder un mísero kilo. Pero hay que tener en cuenta de que parto de una cifra más cercana al 200 que al 100 (manda webos que me siga dando reparo decir la cifra real públicamente...)

En mi Adelgazamiento 1.0 de hace cuatro años, celebraba por todo lo alto el cambio de decena en mi pesaje: bajar de 160, 150, 140, 130, 120...apenas me fijaba en la cifra total de kilos perdidos porque me dio mucho apuro pesarme durante los dos primeros meses, por miedo a destrozar la báscula de alguna farmacia 😊. En esta ocasión celebraré ambas. Ya he cambiado también (obviamente) de decena en el total, pero ahora mismo me hace más ilusión la pérdida total, que a día de hoy, viernes 2 de noviembre, se sitúa en unos estupendos 13 kilos y 300 gramos. Que se dice pronto. Para que os hagáis una idea, es más de lo que pesa una bombona de butano de las viejas vacía...cuando paséis por la frutería del super, coged una bolsa de naranjas de 5 kg....pues eso casi 3 veces. Casi nada.

En esta ocasión lo estoy llevando con más calma, sin  ser tan estricto como la otra vez, que a estas alturas había perdido ya casi 20 kilos. Me permito de vez en cuando pequeños caprichos sin que mi ángel blanco a la derecha de mi cabeza me atormente con la culpabilidad de hacerlo. Y así es mucho más llevadero. No hay prisa, lo que importa es seguir bajando, y ya he cogido un ritmo de crucero que ronda el kilo y medio semanal, lo cual está fenomenal. Y sin haberlo ni pensado, me ha salido un pareado.

lunes, 15 de octubre de 2018

Capítulo 3. Piloto automático

Al igual que en los aviones, una de las partes más difíciles cuando uno hace régimen es despegar. Desconozco si hay un estudio al respecto, pero estoy convencido que el 95% de las dietas que se empiezan y se abandonan sucede en los tres primeros días.

Poco a poco tu cuerpo se va acostumbrando a la nueva situación, además, en cuanto empiezas a ver resultados positivos, tu autoestima sube, y con ella la fuerza de voluntad. De repente te das cuenta de que no era un esfuerzo tan grande, compruebas que más que un régimen es un estilo de vida saludable, en el que están desterradas las visitas al frigo, ya sea para picar o para tomarte una cerveza. Pero sabes que el sacrificio, que no es tanto, merecerá la pena. Es en ese momento en el que entras en la situación de piloto automático, en el que ya no miras la hoja del régimen para ver qué comer, ya sabes perfectamente lo que toca. Y no hace falta atiborrarse de fruta y verdura, sino que hay que comer de (casi) todo, pero con sentido común, respetando las cinco tomas diarias para no pasar hambre a lo largo del día.

Puedes caer en la tentación, lo cual me ha sucedido a mí y le sucede a mucha gente, del a ver qué pasa sí..., tentando a la suerte saltándote el régimen en forma de paella dominguera regada con una copa de vino, o tomándote tres en vez de dos cervezas el día de asueto. Obviamente se nota, quizás haya sido el caso mío esta semana, que han sucedido ambas cosas. He perdido 1,600 kg. cuando lo normal hubiera sido entre 2 y 2,500. Pero que me quiten lo bailao. Que la vida son tres días y uno llueve.

Por otro lado entro en la peligrosa frontera del hastío, en esta ocasión no me están cambiando la dieta cada una-dos semanas, y se puede caer en el aburrimiento. Espero que eso no suceda. Al fin y al cabo, mirando en global ya he llegado a la casilla 9 del tablero, ya he doblado la esquina, y aunque no voy de oca a oca, ya queda menos para la 63.

La ropa ya me queda grande, a veces demasiado, pero la siguiente que tengo en el armario todavía entra apretá, así que habrá que sufrir un par de semanas hasta que pueda, además de estar menos gordo, parecerlo. Pero de la ropa ya hablaremos otro día.

lunes, 8 de octubre de 2018

Capítulo 2. Oye...has adelgazado?

En toda dieta que se inicia hay siempre dos pequeños pero fundamentales puntos de inflexión, o mejor dicho, dos chutes de fuerza y autoestima que actúan como la mejor de las drogas. Uno es la segunda vez que te pesas, ya que la primera semana, si se cumple con lo indicado, lo normal es perder una buena cantidad de peso, como fue mi caso. Y, la segunda, la primera vez que alguien, amigo, conocido o familiar te dice aquello de...

- Oye...has adelgazado?

Si me hubiesen sacado una foto en ese momento probablemente mi cara sería la de un tonto muy tonto, con una sonrisa de oreja a oreja. Mi panadera fue la artífice este domingo de mi sobredosis de autoestima. Y es que cualquier ayuda es poca, y, siendo experto en estas lides, aprovecho los trucos de mi anterior proeza, publicando en las redes mis progresos. Todos los ánimos que me dais son ciertamente impagables. El sentirte querido, el darte cuenta de que tienes un montón de gente a la que le importas, todo eso es fundamental para que todo vaya sobre ruedas.

Esta semana, la bajada de peso ya ha sido menos espectacular, como por otro lado esperaba. Han sido "solo" 2,300 kg., un poco menos de la mitad que la semana pasada, pero como decía, es lo habitual. También es cierto que, cuando vas viendo resultados, levantas a veces el pie del acelerador, y te permites dos filetes de pechuga de pollo en vez de una, o un cazo más de legumbres...siempre que no se convierta en vicio permanente todo va bien.

Ya estamos en la casilla 7, asomándonos a la 8, un poco más cerca de la casilla 63, primer gran objetivo. Tengo claro que esto es una carrera de fondo, y que el proceso va a durar un buen puñado de meses, pero no me importa, mientras vaya viendo resultados.

Afortunadamente, además, veo un poco más claro mi futuro inmediato, después de unos meses de muchísima incertidumbre, paliada en gran manera por tener la suerte de tener unos amigos maravillosos. Ahora puedo mirar hacia adelante con un poquito más de optimismo, que quieras o no, también influye a la hora de afrontar un régimen.

Vamos a por la tercera semana. Con fuerza!


lunes, 1 de octubre de 2018

Capítulo 1. Nadie dijo que fuera fácil


Regodeándome en Perogrullo, a nadie le gusta hacer algo que no le gusta hacer. Y a muy poquita gente le gusta ponerse a régimen. Pero, como es el caso, a veces no queda más remedio, ya que sin salud no somos nada. Y muertos, mucho menos.

Empezar nunca es fácil. De la noche a la mañana, renuncias a tus pequeños placeres, a tua malos pero estupendos malos hábitos para hacer de tripas corazón para iniciar un camino que sabes que será como el tema de los Beatles, largo y tortuoso. Afortunadamente, dietistas y profesionales de la salud lo saben, por lo que procuran siempre que sea lo más llevadero posible, al menos al principio. Y en mi caso, aunque es una dieta hipocalórica de apenas 1.500 calorías, la verdad es que no se pasa hambre en ningún momento si se siguen bien sus directrices.

Lo mejor de mi dieta es que es super abierta, las posibilidades de combinar alimentos son casi infinitas, sabiendo que depende de lo que elijas, las cantidades podrán ser mayores o menores. Por poner un ejemplo, puedo comer o 120 gramos de alubia verde o 40 gramos de garbanzos o lentejas. Y así con todo. Lo importante es comer de (casi) todo, cocinado siempre de forma sana, y distribuido en cinco comidas para no dejar hueco al hambre. De hecho eran seis, pero acordé con mi enfermero que la recena ya era demasiado...

Además, me permitió un día a la semana tomarme una cervecita como premio. Siempre es importante ponerle al burro una zanahoria delante, mientras se fija en su objetivo se olvida de todo lo demás. Ha sido una semana más corta, ya que empecé el régimen un martes, y lo he seguido lo más a rajatabla que he podido, que no es mucho, ya que no he pesado los alimentos, sino que ha ido todo un poco a ojo, y el alguna ocasión me he permitido alguna que otra licencia, como el día que me hice pasta (sí, puedo comer pasta, poca pero puedo) que me la hice con ajo y cayena, cayéndoseme en el plato involuntariamente un puñado de gambas...

Llegado el lunes, tocaba pesaje. Siempre lo paso mal esos días. La incertidumbre de qué coño te va a decir la báscula te corroe por dentro. Ya tuve en el pasado fantásticas y nefastas experiencias al respecto. Sabía que, siendo la primera semana, la pérdida de peso podría haber sido importante. Notaba los pantalones más flojos, los polos pelín más amplios...daría botes de alegría si la bajada de peso sobrepasara los 3,5 kg., me alegraría pero no mucho si apenas superara los 2 kg., y me tiraría de los pelos en cualquier otro caso. El ¡TOMA YA! ha retumbado en toda la farmacia, en la que afortunadamente no había más clientes en ese momento. 5 kilotones exactos, que diría el bueno de Robin Food. No he abrazado a la farmacéutica por un pelo.

Comienza bien esta nueva pero vieja historia. De momento me da vergüenza reconocer lo que peso, ya que es más de lo que pensaba. en cualquier caso, son cinco kilos menos que el martes pasado. Que se dice pronto.



martes, 25 de septiembre de 2018

Capítulo 0. De vuelta a la casilla de salida

Pocas cosas me revientan más que volver a empezar, que volver sobre mis propios pasos, esa sensación de estar acabando un trabajo en el ordenador y que de repente se vaya la luz y te das cuenta de que no habías guardado...pocas cosas me revientan más que volver a la casilla de salida en el juego de la oca.

En estos días hace cinco años que mi cuerpo dijo 'basta', no podía andar más de 10 metros seguidos sin tener que pararme, la variz de mi pierna se reveló como si fuera un globo de agua pinchado...de seguir por ese camino acabaría como el de la asquerosa pero magistral escena de El sentido de la vida de los Monthy Python. Y en ese instante reaparecieron en mi vida dos ángeles de la guardia, dos amigas y a pesar de ello médico y enfermera respectivamente, que me guiaron, me llevaron de la mano hasta conseguir lo que a todas luces parecía impensable, que lograra perder más de 60 kilos. Rita, Rocío, sabéis que formáis ya parte de mi biografía en un lugar muy destacado.

El caso es que me vine arriba. Yo, que me tenía a mí mismo como una persona con nula fuerza de voluntad, había sido capaz de semejante gesta, y eso me hizo plantearme un nuevo reto, que no fue otro que el dejar de fumar. Llevaba desde los 13 años echando humo por la boca, y en los últimos tiempos la cantidad de nicotina que me metía en los pulmones era entre preocupante y aberrante. Si había sido capaz de adelgazar de la forma que lo hice...porqué no reducir a cero mi consumo de tabaco? Y así fue. Un 12 de octubre de 2014 le di la última calada a un cigarrillo. Y hasta ahora. Ojo, sigo siendo fumador. Los que lo hemos sido a esos niveles no dejamos de serlo nunca. Pero me he quedado en modo inactivo.

Claro que la ansiedad que antes saciaba con unas caladitas ahora eran reemplazadas por visitas al frigorífico, y los 114 kilos en los que me llegué a quedar (de más de 180) empezaron a subir paulatinamente. Mi madre, que es sabia, y me conoce como si fuera mi madre, que lo es, me decía preocupada...

- Si sigues así, recuperarás todo lo que has perdido, ya lo verás.

Y yo le respondía con un clásico en las relaciones materno-filiales...

- No digas tonterías, mamá.

Pero no, no decía tonterías. A la falta de nicotina se le añadió pronto la falta de trabajo y una decepción muy grande con alguien que consideraba amigo, y todo en uno además. Y no es que me diera a la bebida, pero la cerveza, que siempre me ha gustado apasionado, formó cada vez más parte de mi nueva dieta. Y toda la ropa que había ido subiendo al trastero porque me quedaba enorme fue de nuevo bajando a mi armario, mientras subía la que ya me dejaba de entrar. Seguía dando mis caminatas, lo cual hizo de freno en muchas ocasiones, pero lo único que consiguió fue ralentizar el proceso de reengorde. La pierna siguió dando problemas, cada vez mayores, y las caminatas cada vez fueron menores. Yo, orgulloso finisher de las cuatro últimas marchas ASPACE, veía como mi cuerpo cada vez podía menos, y de paseos de 18 km fueron bajando a 12, 10, 8...

Y aquí estoy, de nuevo, en la puñetera casilla de salida, volviendo a afrontar el reto de perder peso por salud, por aspecto físico, por ganas de conseguir un trabajo...por vivir, al fin y al cabo. Y en esta ocasión cuento con un nuevo ángel guardián, mi nuevo enfermero, Rubén, que se ofreció a llevarme el proceso. Y nuevamente sin salirme de nuestro bendita sanidad pública, repleta de enormes profesionales que te pueden ayudar a un roto y a un descosío. Y de nuevo dispuesto a enfrentarme a ti, lector, contando todo el proceso, por si te puede ayudar. A mí seguro que lo hace.

(continuará)