lunes, 17 de octubre de 2016

Adelgazar sin fumar

Semana 3
154,6 kg.
-1,8 kg.
Total: -6,6 kg.

Esta semana pasada, concretamente el 12 de octubre, se cumplieron dos años desde la última calada que le di a un cigarrillo. Dos años desde un importante punto de inflexión en mi vida. Ya que si bien mi capacidad pulmonar se vió espectacularmente incrementada, no fue menos espectacular el aumento de kilos que se furon de nuevo adosando a los lugares de los que habían salido un año atrás.

Un altísimo porcentaje de la gente que decide dejar de fumar, engorda. Es una especie de peaje que nos impone el hacedor, la vida, la naturaleza o la madre que la parió. Qué más da. El caso es que solemos cambiar un mal hábito por uno menos malo a la hora de saciar un momento de ansiedad. Y lo que antes era un cigarrillo, ahora es un viaje a la nevera. Y la báscula suma...y suma...

Pero claro está, no le podemos echar toda la culpa a la ansiedad, al mono del tabaco, ya que éste, al menos el psicológico, desaparece a los pocos días. Más bien nos dejamos llevar en un juego de compensaciones, en el que damos por bueno cualquier hábito menos malo que el que acabamos de dejar. Y a veces nos cuesta mucho darnos cuenta. A mí me ha costado casi 50 kilos.

En fin, a lo que vamos. Nuevo pesaje semanal, y nueva alegría, en esta ocasión en forma de 1,8 kg. menos, lo cual hace que en tres semanas me haya quitado ya más de seis kilos y medio de encima. Y eso que este viernes me tomé la libertad de saltármelo y tomarme un par de cervecitas con los amigos (cómo las echaba de menos, ainsss).

Mi principal preocupación vuelve a ser ahora el tema del curro. Sigo en el paro, y la prestación por desempleo se acaba. Y el futuro no es demasiado alentador. Pero bueno, no perdamos la esperanza.

lunes, 10 de octubre de 2016

Adelgazar. Una cuestión matemática.

Semana 2
156,4 kg.
-1,4 kg. 
Total: -4,8 kg.

Recuerdo que hace ya un buen puñado de años hubo una campaña publicitaria en televisión y sobre todo en vallas publicitarias en las que se veía a un musculado y fibroso atleta en la posición de salida de un sprint, calzando unos espectaculares zapatos de tacón. El eslógan era "La potencia sin control no sirve de nada". Con el tema de adelgazar pasa algo parecido: la dieta sin ejercicio físico no sirve de nada. O casi. Y, al revés, tres cuartos de lo mismo.

Y es que el perder peso es una sencilla ecuación matemática: siendo a las calorías que quemamos a lo largo del día, y b las calorías que ingerimos en nuestra alimencación, si x>0, adelgazaremos, pero si x<0, engordaremos. Así de sencillo.

Obviamente cada ser humano es un mundo, y en cada uno se nos incluirán numerosas variables que harán que la ecuación se complique sobremanera, pero la base seguirá siendo la misma. Y la conclusión, también: tenemos que añadir a nuestra dieta un componente de ejercicio físico. Pero no preocuparse, no hace falta apuntarse al gimnasio, ni volverte un runner de la noche a la mañana. Hay algo que hacemos todos los días sin darnos cuenta y que, si lo incrementamos en el tiempo y en la velocidad será el mejor de los ejercicios: andar.

Y hablaré del caso que más conozco: el mío. Cuando comenzé mi régimen la anterior vez, hace tres años, añadí a mi rutina una salida diaria a caminar a un buen ritmo. Al principio tenía que parar y sentarme en un banco cada 10 minutos, jadeando y empapado de sudor. El otro día me fui a Alberite, de ahí a Lardero y de vuelta a Logroño. 17 km. Y sin despeinarme. Quiero decir con esto que, si seguimos una rutina, la acabaremos incorporando en nuestra vida como una necesidad más, y no la veremos como una obligación, sino como algo que sabemos que nos está haciendo bien, mucho bien. Y sin darnos cuenta iremos incrementando la distancia y la velocidad, y comenzaremos a robarle horas al sueño para poder realizar nuestra rutina antes de ir a trabajar. Y lo más curioso es que, al menos en mi caso, no me supone ningún esfuerzo ponerme el despertador a las 6:30, costumbre que adquirí cuando trabajaba, y que ahora estando en el paro mantengo inalterable. Los lunes son menos lunes si antes de incorporarnos al duro trabajo hemos quemado unos cientos de calorías.

No hay excusa del estilo de "no tengo riempo". Media hora la sacas de donde sea. Y si son tres cuartos, mejor. Y si puedes más, más. Esta semana, con mis casi 160 kilotones a cuestas, me he metido 87 km. entre pecho y espalda. Y caminando a buen ritmo, no arrastrándome por los caminos. Eso, unido a la dieta que estoy siguiendo, nada severa y muy llevadera, han hecho que en dos semanas haya perdido casi 5 kilos. Ahí es nada.

Se me olvidaba, este lunes tocaba pesaje, y, tras el bajonazo espectacular de la semana pasada, en esta ocasión la cosa ya se ha vuelto más normal, perdiendo 1,400 kg., lo cual está muy bien. Ya me ha advertido mi médico que esta vez la pérdida de peso no va a ser tan espectacular como hace tres años, pero ni falta que hace. Lo importante es sentirse bien, e ir sintiéndose mejor cada día, y eso se cumple en mi caso al 100%.



lunes, 3 de octubre de 2016

Sacrificios con recompensa

Semana 1
157,8 kg
-3,4 kg.

Siempre que inicias una nueva andadura, aunque en esencia no te resulte desconocida, te surgen las dudas. Y más aún cuando eres una persona totalmente insegura como lo soy yo, que tengo que recurrir a todos vosotros, a las redes sociales, a mis amigos y hasta a mis enemigos si los hubiere, para adquirir un compromiso público.

Lo fácil por mi parte hubiera sido empezar el régimen a hurtadillas, sin que se enterara nadie, y así el hipotético fracaso me lo comería yo solito con patatas (como así ha ocurrido en alguna que otra ocasión, por otro lado...). Pero como la vez anterior, he preferido hacerlo público, quizás hasta demasiado, ya que todavía ando sorprendido de las casi 4.000 visitas a mi anterior entrada, casi el doble que la que más tenía hasta ese momento.

Como decía, que me he ido por los cerros del pueblo de Joaquín Sabina, las dudas me han corroído desde el principio. ¿Y si después del esfuerzo no funciona? ¿Y si voy a pesarme y no he perdido nada, o lo que es peor, he engordado? ¿Y si...? Hay que desterrar los "y si...". La inseguridad siempre ha sido una constante en mi vida, y normalmente viene de la mano de un miedo total y espantoso al fracaso. Y, casi más que al fracaso, a decepcionar a los que te rodean. Comenzando por mi maravilloso equipo médico, que confía en mí mucho más que yo mismo, pasando por mi familia y amigos íntimos, y terminando por tí, querido lector, que quizás ni siquiera nos conocemos, pero que has tenido a bien leer este testimonio.

Pues bien, dicho todo ello, deciros que esta mañana he ido a la farmacia a pesarme, y el grito que he soltado ha hecho que todo el mundo se girara a ver quién era el loco de la báscula. ¡¡Tres kilos y medio menos!! Vale que con mi peso de partida no supone más allá de un 2 % del mismo, pero...a qué más de uno y más de una (guiño a Pedro Sánchez en este momento amargo que está viviendo ;) ) os daríais con un cantito en los dientes? Para una persona de 70 kg. supondría perder un kilo y medio aproximadamente. Y en una semana!

Doy por válidos los sacrificios a los que me he sometido, sobre todo uno que me ha dolido sobremanera, una comida con amigos que llevábamos meses buscando fecha...y ha tenido que ser este sábado. Da igual, habrá más ocasiones. En cuanto a la cerveza, que quien me conoce sabe que me gusta más que a un tonto un lapicero, pues lo he llevado más o menos bien. La he echado de menos a media tarde que siempre me gusta abrirme una, y he evitado en lo posible la socialización, las primeras semanas es muy complicado, al menos para mí, ir con amigos que beben cerveza mientras yo me ahogo en un botellín de insípida agua.

En fin, que esto no ha hecho nada más que empezar. Se positivamente que esto no va a ser así siempre, y que las primeras semanas es siempre cuando más se pierde. Pero da igual, como ya dije, juego con ventaja. Todo esto ya lo he vivido.